viernes, 22 de abril de 2011

1.7. «La piedra redonda», de El Último de la Fila

monkey-headphones-bandana_designViernes Santo, día de reflexión. Aunque esta no se me ha dado muy bien siempre, porque verle la cara oscura a la vida suele espantar a personas como yo. Será que… todo lo que tengo lo llevo conmigo en esta absurda bolsa y en este absurdo cuerpo. Que siempre estoy insatisfecho, porque todo lo que quiero está siempre tan lejos, quizá al final de este absurdo camino. Comprendo que nunca tuve nada y que muy probablemente nunca lo tendré…

¿Te suena?

¡Claro! No solo porque tú algunas veces te has sentido igual, sino porque es la letra de la canción «La piedra redonda», de El Último de la Fila, grupo legendario de la Movida española, cuando este movimiento contracultural, desde Madrid, llegara hasta Barcelona.

No se me viene a la mente algún momento específico en el que yo cantara esta voz a viva voz en una fiesta, en mi cuarto, en la calle, en el techo de algún edificio, pero sé que han sido muchos, tantas veces como las que he repetido que me siento tan solo que no sé en qué dirección correr, como pájaro raro que llegó el festín de los monos.

Manolo García en la voz, Quimi Portet en la guitarra. Luego de que los dos erraran por los mismos proyectos deciden formar El Último de la Fila y no les fue nada mal. La dupla ha sido responsable de los mejores temas de rock español que se hayan escuchado.

En fin, disfrútenla.

Lo que tengo lo llevo conmigo 
en esta absurda bolsa y en este absurdo cuerpo,
lo que quiero está siempre tan lejos
quizá al final de este absurdo camino.
A veces, cuando el sol se va,
tiñendo de violeta la esquina del mar
comprendo que nunca tuve nada y que
muy probablemente nunca lo tendré.
Uuuuh!... Sólo el beso de tu voz en el alma.
Uuuuh!... Y el perfume de tu cuerpo a mi alrededor.
Me siento tan solo, no sé en qué dirección correr
como un pájaro raro, que llegó al festín de los monos.
Llévame, aire del camino
hasta donde nadie me pueda encontrar.
Llévame, aire tibio y azul
y abandóname colgado de tu luz.
En tu luz brillante de cuchillo
adivinaré la rosa y el clavel.
Llévame, aire del camino,
hasta donde nadie me pueda encontrar.
A veces, cuando asoma el sol,
llenando de diamantes la quietud del mar,
me doy cuenta de que siempre fue así;
siempre estuve solo y siempre lo estaré.
Uuuuh!... Cuántas veces soñando despierto.
Uuuuh!... Creo verte entre la multitud.
En algún lugar alguien debería escribir
que este mundo no es más que una enorme piedra redonda.
Me siento tan solo, que no sé en qué dirección correr,
como un pájaro raro, que llegó al festín de los monos.
Llévame, aire del camino
hasta donde nadie me pueda encontrar.
Llévame, aire tibio y azul
y abandóname colgado de tu luz.
Y en tu luz brillante de cuchillo
adivinaré la rosa y el clavel.
Llévanos, aire del camino,
hasta donde nadie nos pueda encontrar.


Aquí la tenéis, que os plazca.


El siguiente es una de mis favoritas. 


 


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